martes, 6 de marzo de 2012

Comentario conferencia: Claudia Traviño

La conferencia de Consuelo Triviño fue interesante, pero no estoy segura de que me haya aportado nada nuevo. Ya había reflexionado en otras ocasiones sobre los temas que expuso respecto al escritor y su evolución, así como su entorno y experiencias.
Yo no concibo la escritura separada de la lectura, ni tampoco separada del escritor y, por lo tanto de sus circunstancias. El momento histórico en el que vive, la sociedad que le rodea, su familia, sus amigos incluso el paisaje. De alguna manera u otra, esto se va a ver reflejado en los temas que eliges y en la manera de desarrollarlo. Lo escrito habla también del autor, invariablemente. Incluso aunque intentes separarte todo lo posible de ello, te va a delatar la forma en que tengas de usar el lenguaje.
Cuando estaba hablando sobre que las ideas pueden venirte cuando menos te lo esperas, he de decir que estaba muy de acuerdo con ella. Las ideas son muy traicioneras. Te asaltan en el peor momento, y si estás desprevenida, para cuando intentas agarrarlas ya se te han escurrido entre los dedos hace mucho. Por ello creo conveniente llevar siempre algo para anotar. No dejemos que el azar se quede con todas nuestras buenas ideas.
Las experiencias vividas también son importantes para el autor, pero respecto a lo que comentó de esto yo le añadiría también que el escritor puede convertir cualquier experiencia en algo digno de mención. Considero que el artista saca belleza de donde menos te lo esperas, incluso de lo que es más cotidiano. Lo más ordinario puede convertirse en lo más extraordinario bien tratado. ¿Queremos vivir experiencias que nos ayuden a crecer como personas y escritores? Sí, pero tampoco hay que olvidar lo que podemos hacer con lo aparentemente insignificante de nuestras vidas.
Dijo algo precioso en la conferencia. Un libro que realmente te llega es un libro que dices que podrías haberlo escrito tú. No lo considero del todo cierto en mi caso, básicamente porque lo que tengo es la impresión de que ese autor y yo hemos coincidido en algo, como si hubiera lanzado una carta a nadie en concreto, la hubiera leído yo y de alguna manera nos hubiéramos comprendido.  Lo sé, suena raro.
Al final, lo que verdaderamente saqué de esta conferencia fue una afianzarme más en mis propias bases. Ahora solo queda crecer.

1 comentario:

  1. ¡Qué razón llevas!, en cuanto a lo que supone sublimar hasta lo más sencillo y ordinario.

    No obstante, auqnue comprenda tu línea de pensamiento - afín a la de la autora - en lo que respecta a las ideas, yo hace años que opino de forma ligeramente distinta, y te diré por qué.

    Hay ideas que nacen para ser inmortalizadas, como si el material del que hubieran de constituirse fuese la misma roca que nuestro universo sustenta, pero, en cambio, hay otras que piden ser simplemente exhaladas como la flor expulsa su perfume al rozarla el primero, pero a la vez más tímido de cuantos rayos el Sol tiene bajo su mando. Aún recuerdo esa época en que los versos y yo no nos llevábamos muy bien y, sin embargo, podían emerger de mi boca conversaciones en verso, sin que yo lo quisiera, o tibias estrofas en medio de un bosque, o sobre el alféizar de la ventana, mientras contemplaba la luna o el simple transcurrir de las horas.

    A veces, supongo, nos puede el deseo de capturarlo todo, pero la vida, al menos a mí - lo cual no me da toda la razón =P - me ha nseñado justamente lo contrario, a no atrapar, sino a fluir. Por eso me ha llamado la atención este detalle en particular y necesité, sin juzgar a nadie, emitir una opinión que late al compás de mis otros latidos.

    Que el día te sea propicio.

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