miércoles, 12 de diciembre de 2012

TALLER DE AUTOR: BERTA VÍAS MAHOU "LOS POZOS DE LA MEMORIA"

Fue una conferencia interesante de la que se pueden sacar varias cosas útiles y unas cuantas reflexiones sobre lo que se hace a la hora de ponerse a escribir. Lo más destacable, a mi parecer, fue la explicación de su técnica de escritura. Muy a menudo encuentro conque recomiendan hacerse esquemas sobre capítulos, uno por uno, teniendo muy claro qué va a pasar y cuando. Conozco quién lo hace y le va muy bien pero, sinceramente, a mi me resulta imposible. Así que escuchar de autores que no lo hacen así, tienen otras maneras y les va bien, es un alivio. Aprendes otras formas y buscas aquella que se adapte a ti, aunque confieso que la suya me sorprendió. Que se le ocurra un título antes que un libro no, ya que a mi me pasa la mitad de las veces con mis historias, pero empezar un libro por el final lo veo difícil, como empezar una casa por el tejado sin saber cuales van a ser sus bases. Aparte, en el libro del que nos habló no hay ni siquiera un orden cronológico ni entre capítulos.

Un libro escrito así tiene pinta de ser caótico, pero nada más lejos de la verdad. Según iba hablando de él me iba dando cuenta de, que a pesar de no seguir un estilo muy ortodoxo a la hora de escribir, sus componentes no estaban de lejos puestos al azar. Se vale de la inspiración como principal pilar para escribir, pero tiene claro lo que quiere conseguir con ese libro, los temas a tratar, el enfoque que le quiere dar, los símbolos usados... esa es verdaderamente la unidad del libro, lo que lo une y desarrolla, pese a que los capítulos sean fragmentarios.

Toda forma de escritura esconde su trabajo, pero sea cual sea es importante encontrar una que se adapte a ti. Se pueden aprender técnicas y demás pero, por mucho que te esfuerces, si trabajas a disgusto difícilmente vas a disfrutar lo que haces. Disfrutar de la escritura siempre me ha parecido importante para la misma y para que salga bien, es algo tan personal que escribas lo que escribas te involucras en ello, por lo que forzar lo que se escribe, o cómo se escribe, no me parece vaticino de un buen resultado. Sobre todo porque si lo haces de forma que no te gusta, puedes acabar detestándolo y eso sí que no tiene sentido.

Lección aprendida. Hablemos de otro tema que me pareció bastante loable. La autora dejó claro que ella escribía de una manera objetiva, buscando no que el lector se posicionara a su lado, sino que reflexionara y pensara. Un libro ha de tocarte muy dentro, hacer que te plantees aquello que nunca te has planteado, hacerte ver las cosas desde otra perspectiva. En este caso el tema que plantea (ella lo resumió en tres, pero me parece que los tres vienen a ser más o menos lo mismo) es el problema de hacer generalizaciones, hablar por hablar etiquetando en bueno o malo sin saber, en que las cosas no son simplemente blancas o negras, hay una infinidad de grises.

Digo loable porque yo misma pienso que un libro debe ser algo que rompa, que te llegue y se quede ahí, no un simple placer pasajero. Aparte también por el tema que trata y la dificultad del mismo, sobre todo buscando ser objetiva en todo momento, cosa no muy sencilla cuando escribes. Es difícil no involucrarte personalmente con tus historias y personajes.

Me llamó mucho la atención la suerte que tuvo con la editorial cuando publicó la primera vez. Decir “la” y no “las” ya es bastante sorprendente. Mandó su primer libro a una sola editorial que le gustaba y la publicaron. Aunque claro, si te paras a pensarlo, no creo que fuera cuestión de suerte. Quizá una dosis tuviera, pero no el motivo. Siendo historiadora, y gustándole la editorial, conocía bien qué publicaba, y trabajando de traductora, sabría también cómo iba el negocio. Creo que fue una parte de conocimiento, otra de talento y sí, una pizca de suerte. A fin de cuentas, hay buenas historias que no se llegan a publicar.

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