lunes, 5 de noviembre de 2012

ESCENARIO: La ciudad

 Esta vez nos han propuesto una serie de escenarios para escribir un pequeño texto que se sucediera en el escenario elegido. Yo me he decantado por una fotografía de una ciudad que aparecia entre lo que nos han dado a elegir.


Una ciudad grande, y a la vez solitaria,  ciudad de edificios intimidantes y pequeños tímidos que se agolpan en sus sombras. El cielo está despejado, pero la sensación que tengo al pasear por estas calles es que ya he pasado por aquí. Ya vengo de aquí y aquí he llegado. Apenas diferencia entre estructuras impasibles por nuestro paso por el asfalto. Decenas de almas transcurren por ellas, pero tampoco se paran a mirar. Ni al cielo, ni al edificio, ni siquiera al que camina a su lado. Todos avanzan como autómatas, demasiado centrados en ellos mismos, demasiado hundidos en sus problemas como para poder disfrutar de cualquier pequeño detalle que pueda haber a su alrededor.
Yo los veo, los observo mientras caminan, dando un paso tras otro en pos de su tumba. No se dan cuenta, persiguen a la muerte e ignoran las pequeñas cosas que pueden darles la vida. Aquella mujer que ha entrado en la peluquería, ¿por qué no se relaja con el masaje que le están dando en la cabeza en vez de meter prisa a la peluquera que la está atendiendo? Veo un hombre cruzar la calle sin mirar, atento solo a su teléfono móvil. ¿Tanta prisa tiene en alcanzar el objetivo final de todo humano que ni se fija en el peligroso silbido de los coches pasando a su lado? ¿y quién es el pobre que escucha sus increpaciones al otro lado de la línea?
Podría cuidarse de volver a la acera sano y salvo. Podría preguntar a su interlocutor, de forma amable, cómo le ha ido el día. Preocuparse por él. Tener una charla amable. Demostrarle y demostrarse que sigue siendo humano, que aún puede sentir algo más que enfado y ansiedad.
Y me marcho, una vez más, a otra calle igual a esta, de nuevo al punto de partida. A mi lado escucho los estruendosos armatostes metálicos, me acompaña la mirada silenciosa de aquellos que todo ignoran, rodeada por los ojos vacuos de quién se a convertido en algo que no es y casi no existe. Me voy, pues tal vez en el siguiente cruce encuentre quién me mire a los ojos y vea.

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